domingo, 20 de noviembre de 2016

En situación semejante, sin importar demasiado el coste, Mao tendría que atacar. Era parecido al predicamento con el que todo tiburón esta familiarizado: o nadas o te vas al fondo. Si el fondo era un campo de concentración nacionalista, una fosa común, o una habitación en la Lubianka quedaba a gusto del consumidor. Sencillamente, Mao no tenía alternativa. Debía atacar, y más le valía que saliese bien.